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"Escribir es la manera más profunda de leer la vida." Francisco Umbral

Respetar(me) y Respetar(los)

  • Foto del escritor: César H Grbic
    César H Grbic
  • 28 may 2018
  • 4 Min. de lectura

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Retrocedan con migo a aquel Octubre, cuando recibí un llamado en el que me avisaban que, en dos días más, debía estar en Antofagasta para dictar una charla en un colegio de la zona.

Tras realizar los arreglos de agenda correspondientes y conseguir pasaje, viajé al norte chileno, en cuyo aeropuerto me encontré con la comisión de "bienvenida". Al saludarlos noté que estaban enojados por mi tardanza, pero me subí al auto y nos trasladamos hasta el colegio en cuestión.

Al ingresar al colegio noté que el ambiente no era mejor; se veían ceños fruncidos por todos lados... El director del establecimiento salió a mi encuentro y me pidió explicaciones por mi demora, por lo que le conté que hice lo que pude en el plazo que me dieron (2 días para programar una charla fuera de Santiago era algo atípico, ya que siempre programaba de una semana para la otra). Él me miró molesto y me dijo "acompáñeme", por lo que recorrimos un par de pasillos hasta llegar a una sala, un lugar diseñado para 40 niños pero que ese día se veía repleto, por los más de 60 profesores que esperaban el inicio de mi charla.

En eso, se me acercó una señora muy agradable para ayudarme a instalar la presentación en el computador, sin embargo, nos dimos cuenta de que la luz del data estaba quemada y no se podía proyectar nada; la falla se sumó a la del audio y al calor de la sala, por lo que la cara de la señora comenzó a mostrar preocupación.

"Calma -le dije- vamos así, a capela y todo bien".

En eso, un par de profesoras se acercaron para comentar que durante el mes habían tratado diversos valores con sus alumnos y que esa semana, justamente, se trataba del respeto.

En tanto, de fondo se escuchaban algunos comentarios y alegatos sobre la demora y porque los habían citado durante un feriado regional -situación de la que me enteré ahí, ya que desconocía que ciertas regiones cuentan con feriados propios- El ambiente estaba muy tenso y costó lograr el silencio para iniciar la actividad, los docentes me miraban con cara de desconcierto y en aquel espacio saturado el calor comenzaba a sentirse; la gente no tenía ganas de esta ahí.

Partí la charla preguntando dónde estaba y la voz de un comediante respondió: "Si no lo sabe usted, menos nosotros".

Lo miré fijamente y le pregunté el motivo del chiste.

Profe -dijo él- no se ponga así

-Así cómo, le respondí

Así grave, serio -dijo él

Ante lo cual, le respondí que no estaba ni serio ni grave, pero que con su comentario me entraba una duda sobre su vocación como docente.

Al decir eso se armó una ola de murmullos y conversaciones cruzadas de las que pude entender que su molestia no era con migo, sino con el director del colegio.

¿Les puedo hacer una pregunta? -dije rompiendo esta algarabía- En realidad son dos preguntas y ustedes están libres de contestarlas: Me contaron que han estado trabajando ciertos valores durante este mes y que esta semana se trataba del respeto y -en ese momento se produjo el primer silencio- no entiendo su comportamiento. No he podido hablar, porque no me han dejado hacerlo, aún cuando son ustedes los que suelen estar en este lado de la sala de clases.

A esa altura, la mitad de la sala había bajado la mirada y otros cuantos asentían a mis comentarios.

Un profesor levantó la mano y me dijo: "Usted tampoco nos ha respetado. Fuimos citados a las 10.30 y usted llegó a las 11.30... hasta donde yo sé, eso tampoco es respeto", dijo mirando a sus compañeros y jactándose.

Estás en lo correcto- le dije y le expliqué el por qué de mi tardanza: la charla había sido agendada con dos días de anticipación y yo tenía compromisos previos, por lo que me era imposible viajar antes y era una situación conocida por la organización.

Entiendo su molestia -le dije- pero el respeto se manifiesta en la voluntad de escuchar al otro para entender qué ha pasado. Por respeto a mis compromisos viajé hasta acá y no puedo hacer más de lo que estoy haciendo... Somos todos adultos y con libre albedrío, por lo que mi segunda pregunta es: Quiénes quieren estar aquí? Los que quieran, quédense; parte de mi charla se trata de hacernos responsables de nuestros actos y voluntades. Yo haré la charla aunque se quede una sóla persona, que se quede porque quiere y porque se respeta a sí misma y a sus pares.

Se produjo un silencio y nadie abandonó la sala, por lo que logramos realizar la actividad, durante la cual, explicaron que el grupo correspondía a docentes desvinculados recientemente, por lo que su molestia no era con migo, sino con la administración.

En base a esta experiencia, los invito a reflexionar sobre el respeto; esa serie de consideraciones con las que cuidamos no pasar a llevar a los otros ni a nosotros mismos.

¿Cuánto me respeto a mi mismo, en mis decisiones, en mis compromisos? Y ¿Cuán consciente soy del otro, de sus opiniones y decisiones?

A veces nos resulta más fácil culpar al otro y poner en ellos las responsabilidades de nuestros propios actos... a veces enjuiciamos al resto con tanta vehemencia que olvidamos lo permisivos que somos con nosotros mismos.

Revisemos nuestros actos. Meditemos sobre nuestros límites y no olvidemos que el respeto -como tantas otras cosas- parten por nosotros mismos.

 
 
 

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